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Real Madrid CampeĆ³n de Copa del Rey!

Un partido para la leyenda le permitiĆ³ al Madrid discutir como nunca la jerarquĆ­a del BarƧa de estos tiempos. De un duelo mayĆŗsculo, con tanto hueso como buen fĆŗtbol, el equipo madridista alzĆ³ la Copa que se le resistĆ­a desde hace casi dos dĆ©cadas. Y lo hizo en un momento simbĆ³lico por la fabulosa dimensiĆ³n de su adversario, lo que revaloriza mĆ”s si cabe su victoria en Mestalla. Fue un encuentro sin mezquindades, para la heroica, con dos conjuntos llevados al sofoco casi inhumano, con dos partes muy bien retratadas por cada uno. Un Madrid pletĆ³rico y arrebatador en la primera parte y un BarƧa sinfĆ³nico en la segunda. No hubo chĆ”chara alguna y el choque exigiĆ³ una mirada en cada instante, para mayor cultivo de las emociones que siempre depara este mĆ­stico torneo. Una cita asĆ­ merecĆ­a el descorche de un golazo. Y lo hizo Cristiano, ariete improvisado anoche, con un cabezazo magnĆ­fico tras un no menos fabuloso centro de Di MarĆ­a.
Agresivo y punzante, el Madrid logrĆ³ desnaturalizar al BarƧa durante todo el primer episodio, cuando fue menos BarƧa que nunca. No fue el Madrid contemplativo del pasado sĆ”bado, fue un equipo mĆ”s intimidador, febril y descarado. Desde el principio, los madridistas fueron un regimiento y se jugaron cada pelota como si fuera la Ćŗltima de sus vidas, siempre de forma gremial, como mosqueteros. Un desquicie para los azulgrana, desvirtuados por la combustiĆ³n de su adversario, que le obligĆ³ a un salto tras otro. El conjunto barcelonista quedĆ³ sometido a un duelo pugilĆ­stico, sin concesiones. Con la defensa muy adelantada, Alonso de eje, y una lĆ­nea de cuatro por delante -Ɩzil, Khedira, Pepe y Di MarĆ­a-, el cuadro de Guardiola apenas tuvo un respiro. En Metalla solo habĆ­a microespacios, una tortura para los defensas culĆ©s, la primera lĆ­nea de juego del equipo. Y para la segunda, donde levitaba Iniesta y Messi no encontraba una baldosa. Nadie en los barcelonistas era capaz de saltar del macizo dispuesto por Mourinho, que planteĆ³ un duelo inicial con muchas curvas para su rival.
Mientras tuvo depĆ³sito, el Madrid no solo fue un grupo hipertenso. GobernĆ³ el partido cuando no tuvo la pelota y cuando la conquistĆ³. Entonces, Cristiano, camuflado como ariete, y Ɩzil, siempre con el angular a punto, hicieron estremecerse a Pinto. Mascherano barriĆ³ bajo el larguero el primer remate de CR, que luego exigiĆ³ al portero gaditano en un disparo cruzado. No habĆ­a huellas del ataque del BarƧa, seco todo el primer acto, donde solo revoloteĆ³ sin suerte Pedro. JamĆ”s en la etapa de Guardiola su equipo se habĆ­a quedado sin rematar a porterĆ­a en todo un primer tiempo. Pepe, en vuelo sobre Alves, cabeceĆ³ al poste derecho de Pinto cuando se acercaba el descanso. Un certificado de la autoridad madridista durante el tramo.
El paisaje se alterĆ³ de vuelta. Con menos aire, el Madrid fue mĆ”s flexible e Iniesta tocĆ³ la corneta. El manchego se acercĆ³ Xavi y comenzaron a hacer sonar los violines. El BarƧa recuperĆ³ su fĆŗtbol de esgrima. Messi se inclinĆ³ mĆ”s al costado derecho, con lo que se despoblĆ³ algo mĆ”s el centro del campo, donde aparecieron los atajos para los azulgrana. Y con Villa como atacante central el equipo encontrĆ³ una referencia que antes no tenĆ­a. El Madrid, entonces, soltĆ³ cuerda y, con la defensa mĆ”s en guardia y retrasada, Ɩzil y Cristiano se perdieron de vista.
Al empuje del BarƧa, con Alves en la locomotora, reaccionĆ³ Mourinho de inmediato en cuanto FermĆ­n MartĆ­nez -tan certero como Undiano, en un encuentro nada sencillo- anulĆ³ con acierto un gol a Pedro por fuera de juego. Adebayor, uno de los tres arietes a los que su tĆ©cnico, que suspiraba por ellos en el rastrillo de invierno, puso a refugio en el banquillo, dio un relevo a Ɩzil. Al Madrid le faltaba la musculatura del primer tiempo y todo le resultaba mĆ”s costoso. LlegĆ³ el momento de Casillas, imperial cuando el BarƧa puso todo el picante, con remates. Disparadas las baterĆ­as barcelonistas, el Madrid solo veĆ­a consuelo en el trazo largo, en asistencias kilomĆ©tricas hacia Adebayor que mĆ”s bien parecĆ­an despejes. Con Casillas como sostĆ©n, los madridistas remaron hasta la prĆ³rroga. Otro rato para la extenuaciĆ³n. Y sin cambios en el BarƧa; y solo uno en el Madrid.
En un partido de dos mitades soberbias y de distinto ganador, llegado el Ćŗltimo capĆ­tulo todo era una cuestiĆ³n de detalles. Sin corsĆ©s, ni planteamientos que valgan. Y una Copa de tanto calado, jugada de forma tan pasional, solo apta para futbolistas titanes merecĆ­a cerrarse con un broche de oro, no en la rueda azarosa de los penaltis. Para la traca final, nada mejor que el jugadĆ³n final, un presagio tras lo sucedido en el BernabĆ©u hace unos dĆ­as, cuando el BarƧa sufriĆ³ por la vĆ­a aĆ©rea. Di MarĆ­a tirĆ³ la pared con Marcelo y el argentino, en carrera y con Alves en sus pestaƱas, soltĆ³ centro combado, potente y de una precisiĆ³n extraordinaria. Cristiano, que tiene muelles en sus gemelos de acero, se elevĆ³ dos plantas por encima de Adriano y, dieciocho aƱos despuĆ©s conquistĆ³ una Copa monumental para el Madrid.
Tomado de diario El Pais, EspaƱa.

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